lunes, 14 de mayo de 2012

¿Y los movimientos estudiantiles?


¿Qué es la vida de los movimientos estudiantiles en Colombia? Que lejana se ve la imagen de esa congregación de jóvenes que, a fuerza de organización, argumentos y manifestaciones pacíficas fueron capaces de poner en ridículo a una Ministra de educación (que tampoco es tan difícil, a decir verdad) y echar para atrás una reforma a la educación, que no tenía ni pies, ni cabeza.

Y digo parece una imagen que se pierde en el tiempo, y en la convulsionada realidad de un país tropical, porque como es históricamente usual los movimientos estudiantiles salieron de la agenda del país. Diera la impresión -y es sólo la impresión- que las agrupaciones de estudiantes mataron el tigre y se asustaron con el cuero.

En diferentes democracias los movimientos y agrupaciones estudiantiles han sido el termómetro de la historia de los países. Ejemplos varios: Argentina, Cuba, Brasil, y más cerca en el tiempo Chile. Ante las problemáticas civiles y sociales se pronunciaron, y no sólo se quedaron en esa facilidad, también, propusieron soluciones viables que llegan en primera instancia a los poderes públicos y luego a la consideración de la sociedad en general.

En Colombia, los movimientos estudiantiles mantienen un estancamiento. No pasan, en muchas ocasiones, de su propia burocracia donde todos opinan, pero pocos hacen. Mantienen un halo de misterio ante el común de los colombianos, una distancia que se ha acrecentado con los años, hasta llegar a ese triste estereotipo que se mantiene actualmente: congregación de estudiantes igual a trancón y disturbio.

El 2011 pareció un punto de quiebre. Si se quiere una comunión entre las agrupaciones estudiantiles y el colombiano de a pie. Lucharon por un objetivo similar y lograron un triunfo histórico. Y la referencia no es aquella ley absurda que terminó en un archivador. Es, mejor, esa demostración que ante un objetivo común las manifestaciones argumentadas, que proponen soluciones viables, unen al pueblo bajo una misma consigna.

Para el 2012 se esperaba una actividad parecida de los estudiantes. Nada de eso. Se llamaron a silencio.  Volvieron a lo que  parece ser su lugar histórico: el ostracismo. Lejos de la agenda informativa o la consideración. No hay duda de que siguen trabajando, que se siguen moviendo, por un país mejor, pero simplemente se mantienen distantes, lejanos de ese colombiano al que pareciera desprecian o ven como inferior, desinformado e ignorante.

Vendrá, entonces, la retahíla de los medios. Que están arrodillados, que solo muestran lo malo, que no se preocupan por investigar, y tantas otras verdades a medias. Pensar que hace unos meses los estudiantes acaparaban todos los titulares, las entrevistas y las encuestas, con algo tan viejo como simple: propuestas y soluciones.

Al final, queda esa pequeña memoria colectiva del segundo semestre del 2011, donde los movimientos congregaron estudiantes, congregaron profesores, congregaron ciudadanos. Esa pequeña reminiscencia que sí se puede, que ya lo hicieron. Que por fin de le quitaron el silencio a los inocentes ¿Podrán volver?