Intentar explicar o contar este presente es una quimera innecesaria. ¿Para qué? ¿Para qué ponerle palabras a las emociones? ¿Para qué? Si será la historia, los fríos años, lo que nos ayuden a describir al Santa Fe Continental. Mejor: a dimensionarlo.
Pasó todo tan rápido. Fue todo tan imprevisto. Santa Fe cambió su historia pronto. Tanto que nos cuesta trabajo explicarlo. Cuesta juntar palabras para describir tantos logros. Tanta alegría. Pero ¿para qué? Si ya vendrán una o dos generaciones que tendrán la dura labor de volver mítico, lo que para nosotros resultó ser el mejor presente de todos.
Santa Fe es campeón continental, o al menos eso dice toda la prensa de Latinoamérica. Y uno, que llegaba los lunes al colegio quemado después de soportar a Farley Hoyos un domingo a las 3:30 de la tarde fallando las pocas opciones que creaba un equipo más que limitado, apenas puede creer lo que ve. Lo que cuentan los medios y las insultantes redes sociales. Parece que fue ayer. Pero ya pasaron casi 20 años.
Para ser campeón continental, Santa Fe fue más que nunca Santa Fe. Y podemos usar esos manidos lugares comunes ligados al sufrimiento y a la zozobra, siempre tan cardenales. Pero es mejor sonreír. Es mejor pensar que Santa Fe apeló a sus principios para ser campeón. Este Santa Fe, este amigo, se cansó de sobreponerse ante la adversidad.
Una y otra vez, superó sus propios límites apretando los dientes, luchando cada centímetro. Muchas veces, haciendo difícil lo que parecía sencillo. Simplemente fue Independiente Santa Fe. Hoy y para siempre campeón continental.
Porque este Santa Fe nos deja varias lecciones. Y, tengo que incluirlo en estas líneas, fueron difíciles de entender para este servidor. Los títulos, a veces, se ganan parándose una y otra vez. Se ganan haciéndose fuertes en lo poco. Agigantando virtudes y escondiendo defectos. Santa Fe hizo de su solidez defensiva una veta de oro. Tuvo la capacidad, y mire lo que le digo, de salir campeón continental sin marcar un gol en 300 minutos.
De eso trata, amigo. De eso trata. De sobreponerse ante la adversidad. De hacer mucho con poco. De hacer historia con recursos limitados. Se trata de estar y aprovechar. Porque era ahora o nunca. Porque quizá, y sólo quizá, Borja no estará en la línea para sacarla en el último minuto. Quizá Perlaza no volverá a pegarle de 40 metros para hacer el gol de su vida. Quizá Rufay no se adelantará para atajar el penal de su vida.
Vaya a saber usted qué dirá la historia, amigo. Quizá que Santa Fe no fue vistoso. Que los costó una vida marcar un gol. Quizá. Pero no son lejos de ser atenuantes, o revulsivos para hinchadas con ojos cuadrados de tanto ver fútbol por televisión, más bien resultan ser las razones por las que este Santa Fe será hoy y para siempre memorable.
Pensamos, un tanto pretenciosos, que tuvimos la dura labor de soportar al Santa Fe sufrido y defender por años lo que era indefendible. Hoy, los periódicos, los noticieros y los groseros ductos de internet, aseguran que Santa Fe es campeón continental y entiendo que será más difícil la labor de la próxima generación porque tendrá que explicar lo inexplicable.
*Dedicado a todos y cada uno de los santafereños que no hoy no están. Esos que creyeron sin ver y transmitieron una pasión familiar y eterna. Para todos los que son campeones desde la platea eternal.
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