Muchas conclusiones dejaron los resultados de la primera elección presidencial. Primero saber que los que votan en Colombia son y serán siempre los mismos, con maquinaría o sin ella. Santos ganó simplemente porque es la mejor representación de los colombianos. Mockus es como los pollitos, paso, cagadita, paso, cagadita. Y por último, las encuestas que tienen más poder que las propuestas.
En una segunda vuelta sin emociones porque todo el mundo ya sabe quién va a ganar, poco hay para destacar. Los verdes han hecho dos cosas en estas semanas. 1 Quejarse y llorar como una cajita de pollos, debido a la sospecha que robo de votos y fraude electoral, a sabiendas que en este bello país, robar votos es algo tan común como ver haciendo estupideces al sátrapa que dirige la selección de fútbol de este país. ¿Qué esperaban, que no hiciéramos lo que mejor hacemos? Trampa. Sé que son primiparos en esto de las elecciones y maquinarias, pero no es excusa para la estupidez.
2 Siguen equivocándose al menospreciar a todo aquel que cometió (y cometerá) la osadía de no haber votado por el candidato. Afirman sin piedad que, aquel que no vote por Mockus es bruto, ignorante, que bota el voto y destruye la poca esperanza que le queda a este país. Olvidan que en este país somos más los bruticos, y que aquellos que votan poco le jalan a las mal ponderadas redes sociales.
Por su parte el candidato/perdedor Antanas Mockus decidió jugarse la carta de político antiguo, buscando confrontaciones, atacando al rival y mostrando mensajes más contundentes, a ver si captura los votos de los que se quedan en la casa durmiendo el guyabo. Algo tarde para eso, debió hacer esto cuando su campaña estaba en la cresta de la ola, cuando las famosas encuestas lo apoyaban, ahora solo son pataleos de niño que no quiere al jardín. La única esperanza de este culebrero (porque solo sus seguidores lo entienden) es que ya las encuestas dan como ganador a Santos; y ya sabemos lo precisas que son nuestras encuestadoras.
Lo más preocupante del caso es que, la oposición de este país va caer en manos del Partido Verde que sigue creyendo la falacia inocente que el cambio viene de la mano de la educación (premisa que es cierta en cualquier parte, menos en Colombia) y los del Polo, que son y serán eternos perdedores. Complicado panorama, más cuando lo que se va a necesitar es una completa fiscalización de todas las picardías que realizará el bueno de Santos en sus ocho años de reinado.
Bueno, y hablar del candidato/presidente/pícaro Santos es como hablar del malo de la película, con la diferencia que esta vez si gana. A este señor se le puede achacar cuanta cosa corrupta, violenta, politiquera, deshonesta, y se quedaría corta. Sin mencionar que es la representación caminante de la oligarquía de este país. Esa que no le da pena sentir asco por los pobres, esa que considera a los menos afortunados como extranjeros. Será tal la decidía de este candidato que ni en campaña se le vio dándole un beso al bebé de un pobre. ¿Qué se le puede pedir a alguien que tenga una esposa que se hace llamar ‘Tutina’?
Podríamos hablar pestes días (hasta meses) enteros del próximo presidente, pero para eso están los Danieles Samper, las María Jimenas, que parecen como loquitos en el desierto hablando solos. Nada se quedaría corto o sin verdad, el problema es que este señor ya ganó y lo que se ve en el horizonte es malo –por decir lo menos-.
Corrupción en su mayor proporción, ricos recontra ricos, pobres recontra violentos, Chávez expectante y eso sí, un buen periódico…
Muchos jóvenes de la ya aburrida ola verde, se preguntaban por qué los colombianos siempre eligen al peor, por qué entre más los joden, más sonríen. Mi teoría es simple. La genética, no olvidemos que somos descendencia de esclavos, nos gusta servirles gentilmente a los mismos, por siempre y para siempre. Es la única explicación, que le veo, porque si no es así, queda el masoquismo, pero ya es muy extremo.
Para hacerle caso a un amigo ( recomiendo su blog) que me sugirió entradas más cortas. Habrá que concluir que la elección del 20 de junio es una simple competencia entre un incapaz como Mockus y un personaje oscuro y corrupto como Santos. Una elección que hace rato tiene ganador y hace rato determinó millones de perdedores: los colombianos.
Nota: Como Liberal declaro mi vergüenza por las ratas que se adhirieron a Santos, por un puestico. Fueron ocho años opositores y ahora son más uribistas/arribistas que José Obdulio. Una demostración más de la calidad de los políticos colombianos. Ratas.